lunes, 20 de febrero de 2012

Amiri

Amiri, tu nombre suena a esperanza,
en mi corazón late tu sonrisa.
Amiri, tu nombre trae bendición,
eres un ángel al que le gusta la acción.
Disfrutas de las sonrisas y las provocas.
Gustas de mimar a las mentes inocentes,
incitas a volver a ser un niño
y a navegar en los mares de la imaginación.
Amiri, tu nombre suena a sorbete,
de esos que se comen en una tarde de calor
afuera de la casa, ahí, debajo de ese árbol
que también sufre con el sol.
Tu nombre se reúne con el viento
y refresca hasta el panorama más desierto.
¿Quién pensaría que vendrías a este mundo
para adornar el apellido de la familia?
¿Quién pensaría que en ese lapso del tiempo
entrarías tú por ese agujero inmenso
lleno de colores que tú misma inventaste?
¿Quién diría, Amiri, que desde que llegaste
todo se reinventó?
¿Quién diría que la magia no se conoce mientras se crece,
si no que se conoce en tu goce?
¿Cuánto habrán apostado los ángeles del cielo
que te enviaron para iluminar mi vida?
¿Se divertirán al saber de tus ocurrencias,
al escuchar que preguntas aquellas interrogantes
que nunca han tenido respuesta y que solo
surgen mientras empiezas a conocer el mundo?