jueves, 19 de abril de 2012

Lluvia con abuela

La lluvia baja llena de ángeles y canciones. Parece alegre al pringar en mi ventana, le gusta saber que me da miedo si toca mi rostro, le gusta asustarme con sus ráfagas que se estrellan contra esta ventana que me separa de su húmeda realidad y mi cálida habitación.
A mí me gusta tentarla, me gusta que sus gotas transparentes vean mi rostro a través de mi ventana transparente, me gusta que vea mis ojos que también son gotas mojadas por la nostalgia, una nostalgia que rememora los días de mi niñez, cuando era mi abuela la que me protegía de la lluvia.
Yo le preguntaba por los pájaros. ¿Qué estaría haciendo la paloma que tenía su nido en el limonero?
Ella me contestaba que Dios les daba un aceite especial para que las gotas resbalaran por sus alas.
-¿Pero y el pichón? - le preguntaba - Él no tiene alas y es tan pequeñito.
-A él lo protege su madre, así - y ponía sus enormes brazos arrugados y calientes sobre mí.
Al siguiente día, después de la tempestad, todo era cierto, el pichón estaba ahí comiendo del pico de su madre. Yo podía verlo desde la ventana.




martes, 10 de abril de 2012

Charlie, el honguito pasajero


Honguito.

Miércoles 1 de diciembre 2010
Hoy conocí a un anciano bellísimo. Dijo que tenía sida y que su vida era un fracaso, pero no creo, solo debe ser que es alcohólico o algo así. Andaba vendiendo pequeñas plantitas ornamentales, más que todo para tener en la oficina (pobres de ellas porque no duran ni tres días con ese aire acondicionado). Nos vendió a $2 un hongo maderero caníbal, según dijo, lo he buscado en internet, pero no existe -al menos no en internet-. Nos contó una historia fantástica, espléndida sobre esa rara especie. Resulta que el hongo come por sí mismo, es increíble, aunque no tiene boca...
Se llama Charlieee, es blanco y tiene un tronquito café brilloso, como si fuera de savia. Parece que le ha gustado mi cuarto. El señor dijo que le pusiéramos agua, le hemos dado a beber unas dos gotitas. Es lindo, le hemos dado un grano de arroz y se lo está comiendo ¡jaja! Es tan raro.
Viernes 3 de diciembre
Mi querida madre llegó al cuarto y creyó que el grano de arroz que Charlieee se tardó más de 48 horas en tragar -apenas la mitad- era un error y lo eliminó de la boca invisible de Charlieee, se lo arrancó, pues. Le hemos puesto otro grano de arroz para ver qué sucede, esperando a que se lo coma, está en el mismo hueco que dejó el anterior.
Domingo 5 de diciembre
Ha muerto, se puso tan delgado y no quiso comer más arroz, creo que debí darle un pedazo más pequeño, cuidarlo más, darle más agua… no sé qué hice mal, pero murió. Sus restos fueron aventados en un parque aislado de Ciudad Delgado, seguramente a estas horas un perro lo debe haber meado, un pájaro picoteado y un viento ensuciado, pobre honguito, de verdad que me gustaba.
El anciano dijo que mientras estuviera alimentado olería a madera, a limpio, a puro, pero que si se sentía triste despediría un mal olor...así pasó.
Fue anoréxico durante sus escasos 5 días de vida (en mi casa), no sé qué hice mal.

Consejo paterno

La vida es de trucos, hija.

lunes, 9 de abril de 2012

Alas otra vez

He vuelto a tener pies y alas, todo a través de lo mecánico pero cualquier medio es importante para obtener la independencia.

viernes, 6 de abril de 2012

Arranca de mí la imposibilidad, que lo inservible quede en los demás, no en mí.

domingo, 1 de abril de 2012

Te extraño

Todavía no sé para qué fue inventado el amor,
¿solo para extrañarte cuando tus brazos no están para levantarme?
¿Para sentir que el tiempo contigo es en vano?
¿Deberé estimar más el atractivo visual de las cosas y valorarlo más que tus manos?
Esas manos hechiceras que crean mundos fantásticos.
Prefiero ver tus ojos el segundo antes de que tu boca haga descansar mi mirada.
Doy mis horas nocturnas con tal de ver el paisaje de margaritas que hay en tus ojos, paisaje que amanece junto al sol y brilla para despertarme.
Prefiero tu olor, tu aliento que controla mi olfato y me permite escucharte mejor cuando trago tu elixir.
Doy mi pensamiento, solo uno, con tal de que tu voz permanezca en el eco de mi cuarto.
Tus paisajes, mis sollozos rebotando en mi cuarto, ¿qué pesa más a la hora de extrañarte?