Todavía no sé para qué fue inventado el amor,
¿solo para extrañarte cuando tus brazos no están para levantarme?
¿Para sentir que el tiempo contigo es en vano?
¿Deberé estimar más el atractivo visual de las cosas y valorarlo más que tus manos?
Esas manos hechiceras que crean mundos fantásticos.
Prefiero ver tus ojos el segundo antes de que tu boca haga descansar mi mirada.
Doy mis horas nocturnas con tal de ver el paisaje de margaritas que hay en tus ojos, paisaje que amanece junto al sol y brilla para despertarme.
Prefiero tu olor, tu aliento que controla mi olfato y me permite escucharte mejor cuando trago tu elixir.
Doy mi pensamiento, solo uno, con tal de que tu voz permanezca en el eco de mi cuarto.
Tus paisajes, mis sollozos rebotando en mi cuarto, ¿qué pesa más a la hora de extrañarte?
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