martes, 10 de abril de 2012

Charlie, el honguito pasajero


Honguito.

Miércoles 1 de diciembre 2010
Hoy conocí a un anciano bellísimo. Dijo que tenía sida y que su vida era un fracaso, pero no creo, solo debe ser que es alcohólico o algo así. Andaba vendiendo pequeñas plantitas ornamentales, más que todo para tener en la oficina (pobres de ellas porque no duran ni tres días con ese aire acondicionado). Nos vendió a $2 un hongo maderero caníbal, según dijo, lo he buscado en internet, pero no existe -al menos no en internet-. Nos contó una historia fantástica, espléndida sobre esa rara especie. Resulta que el hongo come por sí mismo, es increíble, aunque no tiene boca...
Se llama Charlieee, es blanco y tiene un tronquito café brilloso, como si fuera de savia. Parece que le ha gustado mi cuarto. El señor dijo que le pusiéramos agua, le hemos dado a beber unas dos gotitas. Es lindo, le hemos dado un grano de arroz y se lo está comiendo ¡jaja! Es tan raro.
Viernes 3 de diciembre
Mi querida madre llegó al cuarto y creyó que el grano de arroz que Charlieee se tardó más de 48 horas en tragar -apenas la mitad- era un error y lo eliminó de la boca invisible de Charlieee, se lo arrancó, pues. Le hemos puesto otro grano de arroz para ver qué sucede, esperando a que se lo coma, está en el mismo hueco que dejó el anterior.
Domingo 5 de diciembre
Ha muerto, se puso tan delgado y no quiso comer más arroz, creo que debí darle un pedazo más pequeño, cuidarlo más, darle más agua… no sé qué hice mal, pero murió. Sus restos fueron aventados en un parque aislado de Ciudad Delgado, seguramente a estas horas un perro lo debe haber meado, un pájaro picoteado y un viento ensuciado, pobre honguito, de verdad que me gustaba.
El anciano dijo que mientras estuviera alimentado olería a madera, a limpio, a puro, pero que si se sentía triste despediría un mal olor...así pasó.
Fue anoréxico durante sus escasos 5 días de vida (en mi casa), no sé qué hice mal.

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